C R I S T Ó B A L -- C O L Ó N
INTRODUCCIÓN
Durante muchos siglos, filósofos, teólogos y hombres de ciencia habían asegurado que la Tierra era plana como un disco y estaba limitada por un mar infernal que se extendía, al oeste, más allá del cabo Finisterre y del estrecho de Gibraltar, situados en los extremos occidentales del mundo conocido.Ese océano, afirmaban, no era navegable, y todo aquel que se aventuraba por sus aguas no regresaba nunca, engullido por sus terribles abismos o devorado por los numerosos monstruos que lo poblaban. Colón no fue el primero en creer que la Tierra era redonda, pues en su tiempo eran ya muchos quienes sostenían esta tesis. En todos los puertos europeos se contaban historias semilegendarias de hombres que habían atravesado aquel enorme mar y encontrado tierra al otro lado, por lo que no debía de ser imposible seguir su ejemplo y alcanzar por vía marítima el extremo oriental de Asia, tal como Marco Polo había hecho por tierra. Ese fue el propósito de Colón, quien no podía sospechar que entre Europa y las míticas Catay y Cipango (nombre que sus contemporáneos daban a China y Japón) había nada menos que un continente ignorado por todos. Este desconocimiento hizo que protagonizase la hazaña individual más importante de la historia de la humanidad, el descubrimiento de América, aunque muriera sin tener conciencia de ello.
AÑO | ACONTECIMIENTO |
1451 | Fecha probable del nacimiento de CRISTÓBAL COLÓN en Génova |
1476 | El barco en el que viaja de marinero naufraga frente a las costas de Portugal y Colón es llevado a Lisboa. |
1478 | Se casa con Felipa Moniz de Perestrello. Se introduce en la corte portuguesa. |
1484 | Ofrece su proyecto descubridor al rey de Portugal, Juan II. |
1485 | Se traslada a España. Llega hasta el monasterio de La Rábida. Fallece su esposa. |
1486 | Primera entrevista con los Reyes Católicos. |
1492 | Capitulaciones de Santa Fe. Primer viaje y descubrimiento de América. |
1493 | Regreso a la Península. Entrevista en Barcelona con lo reyes. Inicia el segundo viaje. |
1494 | Exploración de Cuba y La Española. |
1496 | Regreso del segundo viaje. |
1499 | Nombramiento de Francisco de Bobadilla para sustituirle en el gobierno de las Indias. |
1502 | Inicio del cuarto viaje. Descubrimiento del itsmo centroamericano. |
1504 | Regreso definitivo a España. Intento de que los reyes le restituya en sus cargos. |
1506 | Redacta su testamento y muere el 20 de mayo. |
El almirante descendió a tierra con el notario real, el capellán y los oficiales; luego se arrodilló, dio gracias a Dios y con gran pompa tomó posesión de la isla en nombre de los Reyes Católicos, mientras grupos dispersos de indígenas, desnudos y aparentemente inofensivos, contemplaban con curiosidad a los recién llegados. Colón escribiría: «Son tan ingenuos y tan generosos con lo que tienen que nadie lo creería de no haberlo visto. Si alguien quiere algo de lo que poseen, nunca dicen que no; al contrario, invitan a compartirlo y demuestran tanto cariño como si toda su alma fuera en ello ...».
Estas gentes fueron posteriormente identificadas como los indios tainos, una etnia desaparecida después. Ante ellos, el asombro de los navegantes fue considerable, pues hablaban un idioma completamente desconocido y pertenecían a una raza que no se parecía a ninguna de las descritas en los libros de los exploradores y antiguos cronistas, desde Herodoto hasta Marco Polo. Pero a nadie se le ocurrió pensar, por supuesto, que aquellas tierras no pertenecían a Asia.
Desde San Salvador, Colón puso rumbo hacia el sur, deseoso de alcanzar el país del Gran Khan. Descubrió nuevas islas, entre ellas Cuba, a la que llamó Juana, donde los nativos fumaban cigarros metiendo un extremo de los mismos en la nariz e inhalando profundamente, cosa nunca vista en Europa, donde se desconocía el tabaco. Luego llegó a La Española, isla que hoy forman Haití y la República Dominicana. Allí embarrancó la Santa María y fue imposible ponerla de nuevo a flote. Después de transbordar su tripulación a la Niña y recorrer el litoral, Colón decidió dejar unos cuarenta hombres en un fuerte bautizado con el nombre de Navidad, situado en la costa norte de la isla. El 16 de enero de 1493, los dos barcos restantes emprendieron el regreso a España, adonde llegaron semanas después.
La historia del descubrimiento causó sensación. Colón fue recibido apoteósicamente en Palos y desde allí se dirigió por tierra a Barcelona para entrevistarse con los monarcas, llevando como prueba de su hazaña pájaros y frutas exóticas e incluso habitantes de las lejanas tierras descubiertas. Cuando se arrodilló ante Fernando e Isabel y éstos le mandaron sentarse a su lado, su orgullo ya no tuvo límites.
Las capitulaciones acordadas en Santa Fe, en las que tanto se le ofrecía, fueron escrupulosamente respetadas, y además los soberanos insistieron en que se hiciera de nuevo a la mar para consolidar y extender sus descubrimientos. Cuando el rey preguntó a quién debía entregar los mil maravedíes prometidos al primero que avistase las tierras asiáticas, el almirante, cegado por la ambición, contestó que le correspondían a él, porque la noche anterior al desembarco había visto una hoguera lejana. Rodrigo de Triana, enojado, pasó a Marruecos. donde, quizás por despecho, se convirtió al Islam.
ÚLTIMO VIAJE
Colón se trasladó a España y en 1485 se presentó en el convento franciscano de La Rábida sin una moneda en el bolsillo ni un pedazo e pan que llevarse a la boca. Aquellos monjes que habían tenido la nunciatura de Guinea con Jurisdicción sobre todos los archipiélagos atlánticos, estaban muy vinculados a las islas Canarias y al mundo marinero, de modo que no les fue difícil poner al genovés en contacto con Alonso Pinzón, armador local persona muy estima a en el puerto de Palos y verdadero apasionado por los descubrimientos de tierras nuevas. Pinzón se entusiasmó inmediatamente con el proyecto de Colón y le llevó ante el duque de Medinaceli, quien le dio dinero y una elogiosa carta de presentación para los Reyes Católicos.
Reconfortado por la generosidad del duque y por la bondad y comprensión de los fran-ciscanos y el armador, el genovés se dirigió a la corte, instalada en Córdoba, provisto de la valiosa recomendación ducal.
El 20 de enero de 1486 consiguió ser recibido por los monarcas. Durante la audiencia, Fernando se mostró frío y evasivo, pero no así Isabel, quien juzgó conveniente someter los planes de Colón a una comisión de peritos, tal como había sucedido en Portugal. Además, le fue concedida una pequeña pensión en tanto los expertos deliberasen y se le procuró alojamiento en Salamanca, ciudad donde se instaló Colón con su hijo Diego, a quien hizo venir de Portugal después de que su esposa falleciese.
En principio, la junta de técnicos fue contraria a los planes colombinos, por considerarlos erróneos; en efecto, los cálculos de Colón situaban las costas o archipiélagos asiáticos a 750 leguas al oeste de las islas Canarias, lo que realmente era inexacto. Los reyes dieron a conocer esta resolución al interesado en Málaga, aunque le prometieron volver a tratar el asunto cuando finalizase la guerra de Granada contra los musulmanes. Durante la espera, el descubrimiento del cabo de Buena Esperanza por parte portuguesa, que suponía la apertura de una ruta hacia la India circunnavegando el continente africano, restó interés al proyecto colombino de llegar a las mismas tierras por occidente.
Ante la lentitud de la monarquía española en tomar una decisión, el genovés decidió buscar fortuna en Francia. Se puso en camino y pasó de nuevo por La Rábida, donde su viejo amigo el prior le propuso demorar la partida y apremiar a los reyes. El Reino de Granada acababa de caer y la situación parecía volverse en su favor.
Durante una nueva audiencia con los soberanos, Colón exigió ser nombrado Gran Al-mirante de la Mar Océana y virrey de todas las tierras que descubriese, además de pedir un 10 por 100 de los beneficios generados por la expedición. Fernando se enfadó y puso fin a la entrevista; Colón, resignado a continuar su peregrinación, emprendió de nuevo viaje hacia Francia. Llevaba dos horas de camino cuando fue alcanzado por un emisario: un judío converso, el tesorero del reino Luis Santángel, había hecho triunfar su causa y convencido a la reina Isabel, ofreciéndose a adelantar el dinero necesario para la expedición. Por fin, el sueño de Colón iba a hacerse realidad.